El Camerino

Este fin de semana regresé a Teatro Espressivo con la comedia “Una semana nada más”, junto a mis compañeros de elenco Melvin Jiménez y Manuel Martín “Momo”. Debo decir que esta obra de teatro es una de las que más he disfrutado en mi carrera y creo que va más allá de lo obvio: el texto es inteligente, la historia es fresca y divertida, logrando que tanto el público como los intérpretes la disfrutemos de inicio a fin. Pero para hacerle justicia a la realidad, todo esto es potenciado gracias a la química y la buena relación que existe fuera de escena entre nosotros. A finales de 2021 recibí un mensaje de Carlos Villalobos “Kay”, en el que me contaba que tenían en mente montar esta comedia y que me estaban considerando para el personaje femenino. Honestamente, la idea me sonó desde el día uno. Veníamos saliendo del encierro de la pandemia, el teatro estaba regresando poco a poco y yo estaba deseando hacer cosas distintas, explorar nuevos proyectos, dar vida a otros personajes y retarme a trabajar con otras personas. Llegó el día de la reunión, cuyo objetivo era conocernos en persona (Kay, Melvin, Momo y yo), tomar café, leer la obra y conversar acerca de la temporada que estaban planeando. Leímos la obra y fue amor a primera vista: me divertí, me reí y sentí que la energía del grupo me hacía sentir ilusión y paz. Al final de la reunión les dije que sí y unas semanas después estábamos iniciando el proceso de ensayos. Fue muy fácil encariñarme con ellos. Y en cuanto a la dinámica con mis dos compañeros de escena, la química era innegable (siempre he dicho que la química no se puede fingir, está o no está, punto) y cada ensayo me preguntaba “¿Cómo es que no había trabajado nunca con este par?” Se sentía todo tan natural que era una explosión de energía y un trabajo que resultaba muy refrescante para mí en ese momento de mi vida. Estrenamos la primera temporada en abril de 2022 pensando de una vez en una próxima. Y esto me lleva al tema que quería abordar hoy: el camerino. Afortunadamente llegar al camerino de este montaje fue hermoso. Primero porque todos procuramos trabajar por el bien del proyecto, y ya solo eso hace una gran diferencia. No había nadie queriendo ser más que los otros, lo importante era hacer un trabajo que el público disfrutara. Segundo, la comunicación fue clara desde el inicio y esto permitió que no hubiera malentendidos. Tercero, se respetó el trabajo de cada quien y se aportaba desde el respeto y el bien común. Y por último, pero no menos importante, el cariño. Sí, ese cariño que nace y crece a lo largo de un proceso de ensayos en el que conocés a tus colegas y se convierten en amigos, en familia. El camerino es ese espacio en el que todo inicia desde antes de entrar a escena. Es donde conversamos, reímos, hablamos de lo que nos pasó durante el día, nos desahogamos, nos escuchamos, nos aconsejamos. Es el lugar en el que abandonamos todas esas preocupaciones para disponernos a entrar en la vida de los personajes y compartirla con el público. El camerino hace toda la diferencia, y debo decir que un mal camerino es tremendamente desgastante. Por eso hoy quiero agradecer al camerino y a quienes lo llenan de vida: todas aquellas personas con quienes he compartido ese espacio, de quienes he aprendido gracias a su compañerismo, su ética, su cariño y su creatividad. Seamos esos compañeros con los que no solo disfrutamos en escena, si no con quienes compartir camerino se vuelve inolvidable.

– Sofi ❤