Este fin de semana tuve distintas conversaciones con algunos amigos con los que además estoy trabajando y me quedé pensando en lo mucho que cambiamos, y aún así la amistad ha perdurado. Pero me parece muy interesante y curioso cómo justamente el cambio puede hacer que de un momento a otro tengamos la sensación de que ya no conocemos a alguien. Me pasó que hablé con alguien acerca de una persona que ambas conocemos y me contó que esa persona había sido terrible años atrás, como hace treinta años para ser exacta. Algo había pasado entre ellas hace 3 décadas y dejaron de hablar desde entonces, pero se quedó con la imagen de esa persona como lo que fue en aquel momento. Le dije: “mirá, han pasado 30 años, la gente cambia. Al menos la persona que yo conozco es muy distinta a lo que me estás contando. Vos conociste una versión de esa persona que no coincide con la que estoy tratando actualmente”. Ella insistió en que había sido una mala persona y que le había hecho algo feo. Comprendo que muchas veces la gente se distancia y prefiere mantener las cosas así, no retomar el contacto ni volver a establecer una relación de ningún tipo porque el daño fue grande o se lastimaron, en fin. Pero pensé mucho en mí misma, en la imagen que algunas personas del pasado podrán tener de mí por decisiones que tomé, cosas que hice o dije en su momento, heridas que pude haber causado, sentimientos que pude haber lastimado, etc. Y claro, hacemos lo que podemos con los recursos y herramientas que tenemos en ese momento (aunque algunas personas hacen lo que quieren siempre y no les importa el daño que puedan ocasionar), pero creo que en la mayoría de los casos tratamos de tomar la mejor decisión con la información que tenemos en ese momento. Lo cierto es que estoy segura de que no soy la misma persona que fui hace 20, 15 o 10 años, ni mucho menos soy la misma Sofía de la pandemia, ni siquiera de hace un año. Hay cambios más drásticos entre décadas y conforme pasa el tiempo, pero pasa demasiada agua bajo el puente, vivimos muchísimo entre un año y otro, nuestras circunstancias van variando, nuestra manera de pensar se modifica, vamos madurando (no todos) y definitivamente no somos la misma versión que muchas personas conocieron. En los reencuentros con amigos y conocidos que hace años no veo me doy cuenta de esto: en esencia somos los mismos, pero muchas veces hay que tomarse el tiempo de ver, aprender y RE conocer a las personas. Ahora es otra versión, con otras vivencias, experiencias, relaciones, trabajos, pérdidas y todo lo que la vida nos va presentando. El otro día leí una frase que me gustó muchísimo: “evoluciona tanto, que tengan que volver a conocerte”. ¿Nos conocemos? Bueno, tal vez nos conocimos cuando yo no estaba pasando por un buen momento o más bien estaba pensando que me podía comer el mundo. Lo cierto es que hay que entender que el tiempo pasa y no solo se ve en la piel y el cabello, se ve en todo nuestro ser. Quiero pensar que si alguien no conoció mi mejor versión pueda ver que ahora soy distinta, con los mismos valores, pero más madura, más responsable, más comprensiva, más empática, a veces más impaciente y otras no tanto. El cambio trae de todo, pero a todos nos afecta de diferentes maneras. Quizás sea hora de volver a conocernos, de presentarnos con nuestras nuevas versiones. ¡Espero que su cambio vaya por buen camino!
– Sofi♥
Excelente reflexión,es muy cierto uno va cambiando con los años y la mayoría de esos cambios son para mejorar.
Con la edad vamos analizando cada paso que hemos dado aveces equivocado otras veces asertado pero siempre ha sido de aprendizaje.
En este momento de mi vida doy gracias por lo vivido y espero atesorar muchas experiencias más.
Mi familia mi mayor tesoro.