Ayer fue el día del padre y afortunadamente pudimos celebrarlo en familia una vez más. Siempre es lindo reunirme con ellos y sentir que aunque el tiempo pase, son mi lugar seguro y el círculo de apoyo más lindo y sincero que tengo. Justamente mientras estaba almorzando con ellos, me puse a pensar que para muchas personas es normal celebrar este día e incluso hasta lo damos por un hecho, como si todo el mundo se reuniera para festejar la paternidad. Pero conozco a muchas personas que no celebran el día del padre por diferentes razones: no conocieron nunca a su papá y no tienen una figura paterna que haya “tomado” ese lugar, tienen un padre ausente (al que sí conocen pero nunca asumió su paternidad), no se llevan con su papá y/o están peleados, su papá falleció, entre otras. En la mayoría de los casos que conozco de quienes nunca vieron a su papá, me han comentado que les hubiera gustado conocerlo, preguntarle por qué se fue, qué pasó, saber si se parecen en algo, por qué nunca se vieron…en fin. Tengo una buena amiga que no conoce a su papá y estaba sufriendo porque en sus relaciones no le iba bien, un día me dijo que siempre seguía el mismo patrón, que le daba horror el compromiso y terminaba huyendo siempre de cada relación que tenía. Ese día, mientras conversábamos me dijo:
– “Sofi, no conozco a mi papá, pero soy él.”
– Yo le respondí: “¿A qué te estás refiriendo con eso?”
– “A que también salgo huyendo. En la más mínima insinuación de compromiso o que debo asumir una responsabilidad con alguien más, huyo. Soy él.”
– “No digas eso. Probablemente te da miedo que te hagan lo mismo y por eso vos preferís irte primero.”
– “Te voy a decir una cosa Sofi. Yo amo a mi mamá, ella es mi pilar, me crió con amor y se hizo cargo de todo lo mío y de mis hermanos, es la persona más importante en mi vida y la admiro demasiado. Pero la verdad me hizo falta tener un papá. Yo quería ver que él volviera, que quisiera a mi mamá y la cuidara, y que nos dijera que estaba ahí para nosotros. Pero eso nunca pasó. Yo de verdad quisiera conocerlo y contarle todo lo que he hecho, y decirle que le tengo miedo al compromiso. La gente piensa que el papá no es tan importante, pero yo creo que es demasiado importante. Me hubiera gustado mucho tener esa figura paterna que otros tienen, como vos.”
Esto me dio vueltas en la cabeza durante días. Empecé a recordar mi infancia y mi adolescencia, y aún ahora como adulta, todas las vivencias que yo sí tenía con mi papá: las guerras de cosquillas que hacíamos (él siempre ganaba porque todo me da cosquillas), las tardes en las que me ponía el himno Sandinista y yo marchaba alrededor de la mesa del comedor, la época en que me cortaron el pelo en forma de casco y tanto él como mis hermanos me decían “casco loco” y yo me ponía a llorar del colerón, las veces que me veía tocar el teclado pequeño con el que aprendí a tocar piano a puro oído y me decía: “muy bien, ahora trate de agregar más dedos, no toque solo con el índice”, las historias kilométricas que nos contaba durante las cenas acerca de su infancia o los apodos que se le ocurren cada vez que ve a alguien (y por supuesto los apodos cariñosos que me tenía como “Choflines” y “Loget”, aunque todavía a veces me dice “Loget”), las veces que pedía comida de afuera y nos dábamos un gran banquete, la primera vez que me dio a probar vino en un restaurante español y empecé a hablar como argentina y todos nos reíamos en la mesa, el viaje en tren que hicimos a Nemocón (cuando vivíamos en Colombia) y yo me puse de mal humor porque no quería ir, la vez que me ayudó a hacer una tarea de educación física y la guardamos en un disco de 3 ½ y no presenté la tarea porque lo perdí (la regañada después fue la primera y última vez, después de eso no volví a faltar con una sola tarea), todos los días que nos rotaba en tareas del hogar como secar o lavar platos y por supuesto lo que nunca fue negociable: tender la cama, las veces que fuimos al Cerro de Monserrate en Bogotá y él con gran ilusión y antojo nos decía que almorzáramos gallina (aunque a mí me daba cosa), el apoyo que me dio cuando dije que quería ser actriz y me dijo que lo más importante era que fuera feliz, el día que me dio un recorte del periódico con información de un taller de teatro en la UCR (y que significó el inicio de mi carrera), las veces que me ha consolado cuando me ha visto llorar y me ha aconsejado con sabiduría, amor y honestidad, las veces que ha ido al teatro a apoyarme y sale contento al final de la función, los antojos compartidos de dulces y galletas, sus dichos y frases memorables, y así la lista continúa. Pensé: “pucha, de verdad tengo tantos buenos recuerdos con pa, y mi amiga quisiera tener al menos uno con el suyo.”
Habrá personas que piensen lo contrario y es completamente respetable, pero estoy convencida de que la figura paterna es sumamente importante. Haber tenido la bendición de contar con un pad
re presente y con el cual todavía tengo el privilegio de compartir, es algo que no todas las personas podemos decir. Hoy veo a mi hermano mayor, Javier, convertido en el padre de familia demis dos hermosas sobrinas, Sara e Isabella, junto a Paula mi cuñada, y me parece tan lindo y ejemplar ver su manera de estar presente, asumiendo su paternidad de manera responsable, disciplinada y amorosa, y me encanta saber que mis sobrinas crecen con un papá que las protege y mucho más. Conozco muchos papás así, orgullosos de asumir lo que son y darle a sus hijos e hijas el mejor ejemplo posible, con sus virtudes y defectos, que todos tenemos. Hoy doy gracias por tener a esas dos personas en mi vida: mi papá y mi hermano Javier, a esos dos papás que aunque cada día siguen aprendiendo, han estado presentes en la vida de sus retoños.
Y pienso de manera solidaria en todas aquellas personas que no lo tienen y no lo celebran. Les abrazo, y deseo que en sus corazones pueda haber paz por encima de todo.
– Sofi♥️
Cuanta felicidad, ver lo importante de tener un papá presente, un amigo , consejero , y sobre todo un amor que no tiene precio porque al final lo que queda en nuestros corazones es eso los momentos vividos , ♥️y saber que tienes papá para rato sofi .
Qué lindo Sofi, gracias por compartir tus memorias y saber que muchas de ellas están enmarcadas en nuestro país Colombia. Dios diseñó a esos padres para marcar esa identidad que como mujeres nos dio y son ellos y solo ellos los que aportan eso tan crucial que vamos a necesitar cuando nos hacemos adultas. Te mando un abrazo y salúdame a ese varón que Dios te regaló como papá.