¡Cuidado con el acelerador!

Hoy estuvimos grabando nuevos episodios del podcast “¡FiloSofiando!…sin libreto” (por cierto, aprovechen para ir a escucharlo en YouTube y Spotify, y de paso se suscriben al canal de Sofía Chaverri), y uno de los invitados era mi querido amigo Beto Marín (don Zenón en Los enredos de Juan Vainas). El tema principal era la lealtad, pero alrededor de esto, tocamos otros temas.

Una de las cosas que más me gustó acerca de lo que Beto comentaba, fue la importancia de aprender a vivir los procesos y no apresurarse tanto. ¡Uff! Qué tan cierto. En los procesos está el verdadero aprendizaje, pues nos equivocamos, cometemos errores, dudamos y nos cuestionamos, por ende, crecemos, aprendemos y logramos mejorar. Pero a veces es muy difícil no vernos tentados a querer saltarnos el proceso, porque se nos haría muchísimo más fácil llegar directamente al resultado. Pero como bien lo dijo Beto, lo fácil normalmente no termina muy bien. Al saltarnos los procesos, nos privamos de esos raspones que nos enseñan qué sí y qué no. Como cuando estábamos aprendiendo a andar en bici y nos caíamos porque ya queríamos andar sueltos, sin que nadie nos fuera llevando, y ¡zaz! Caída con golpe asegurado y el raspón para recordar por qué pasó: por querer ir más rápido de la cuenta sin aprovechar el proceso de ir despacio y ganando seguridad. Dejamos de lado toda la carnita que está en ese camino que nos llevará a cumplir un sueño, alcanzar una meta y ojalá, cuidar lo que logramos. Porque cuando las cosas no nos cuestan nada, es mucho más probable que no las valoremos y las demos por un hecho. A menudo los procesos nos sacan las lágrimas, sufrimos, no entendemos por qué las cosas no salen como queremos, pero con perseverancia, tesón, constancia y esperanza, tarde o temprano vemos la cosecha de todo lo que sembramos días, semanas, meses o años atrás.

El asunto es que muchas veces me ha pasado que quiero apresurar las cosas, meto el acelerador como si el mundo se fuera a acabar ya, como si no hubiera más vida que vivir y si no lo hago YA, siento que se me va a ir el tiempo. Y me pasa a todo nivel, en diferentes áreas de mi vida. He venido aprendiendo a llevar las cosas con más calma, pero sinceramente a veces me cuesta. Siento que los años pasan más rápido de lo que quisiera y deseo aprovechar tanto el tiempo para poder disfrutar, amar, trabajar, aprender, conocer, emocionarme…que muchas veces me parece que la vida no me alcanza para todo lo que quiero, y es por eso que me apresuro. Sin embargo, debo reconocer que en este recorrido de casi 35 años que llevo en el planeta Tierra, he tenido que aprender a bajar las revoluciones en ciertos momentos y permitirme decir: “Sofi, viva el proceso, vívalo, no lo apresure”. Soy una apasionada de la vida, de lo que me emociona, de crear, de aportar algo al mundo más allá de simplemente existir, y puchica…quisiera poder hacer más. Me pregunto si eso será un problema, si mis ganas de vivir intensamente de pronto resultan demasiado aceleradas. Y bueno, no me lo recrimino, pero sí he tenido que aprender a dosificar más la emoción y permitirle a mi razón tomar la batuta en muchos procesos personales y laborales. Hoy mi mensaje es más para mí misma que para ustedes, es un recordatorio para vivir los procesos, atravesarlos sabiendo que son parte de algo que entenderé y de lo que aprenderé. Es mi nota mental y escrita públicamente para permitirme seguir viviendo intensamente pero sin meter el acelerador hasta el fondo. Es mi consejo para mí misma y para quien lo necesite: viva, viva ya, ¡pero cuidado con el acelerador!

-Sofi♥

Compartí este blog

One comment

  1. Definitivamente Sofi, querer acelerar procesos no nos lleva a buen puerto. Gracias por recordarme a mí también lo importante de esperar y VIVIRA el paso a paso el nuestras vidas.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply.

en_USEnglish